En un mundo en constante cambio, entender las fuerzas que impulsan el crecimiento global se ha convertido en una habilidad esencial. Anticipar tendencias y riesgos económicos puede ser la diferencia entre liderar un mercado o quedar rezagado.
Panorama macroeconómico global y nacional
Las principales instituciones, como el FMI y la OCDE, coinciden en que el PIB mundial crecerá cerca del 3,2% en 2025 y se moderará ligeramente en 2026. Este pronóstico refleja una combinación de recuperación tras crisis recientes y persistentes incertidumbres geopolíticas.
España emerge como uno de los motores de crecimiento en las economías avanzadas, con previsiones de un 2,7-2,9% de PIB en 2025. Sin embargo, la finalización de los fondos europeos y el posible enfriamiento del sector turístico y la inversión pública apuntan a una desaceleración en 2026-2027.
En paralelo, Estados Unidos mantendrá un ritmo más moderado, entre el 1,5% y el 2%, mientras que China apuntala el rebote con un crecimiento estimado del 4,4-4,8%. Latinoamérica, por su parte, se sitúa en torno al 2,2% para 2025 y podría alcanzar el 2,4% al año siguiente.
La inflación, tras los picos recientes, se proyecta en torno al 3,4% en el G-20 para 2025, descendiendo al 2,9% en 2026. Estos datos subrayan la moderación de la ola inflacionaria y ofrecen cierto respiro para la política monetaria.
Principales riesgos y posibles shocks
Aunque las cifras invitan al optimismo, el escenario global presenta amenazas que pueden cambiar el rumbo de la economía:
- Geopolítica: el retorno de liderazgos proteccionistas y posibles aranceles alteran las cadenas de suministro.
- Choques climáticos: sequías, inundaciones y fenómenos extremos impactan la producción agrícola y los mercados energéticos.
- Demografía y migración: el envejecimiento poblacional frena el impulso del consumo y reduce la oferta laboral.
- Riesgo sanitario: nuevas pandemias podrían desestabilizar la actividad productiva y la confianza de los consumidores.
- Pandemia urbana: vulnerabilidades en grandes urbes, como Nueva York, ante crisis sanitarias o financieras.
Frente a estos riesgos, la gestión activa de escenarios y la vigilancia de señales débiles resultan imprescindibles para evitar sorpresas desagradables.
Motores de crecimiento y transformación
La próxima gran ola económica se sustentará en varios impulsores:
- Innovación tecnológica: la irrupción de la inteligencia artificial generativa redefine procesos productivos y servicios.
- Digitalización: la adopción de tecnologías disruptivas remodela el empleo y exige nuevas habilidades.
- Fondos e inversión: los recursos europeos impulsan proyectos de infraestructura y transición verde, aunque con horizonte limitado.
- Educación y formación: la complementariedad entre universidades y empresas será clave para un capital humano adaptado.
- Gobernanza inclusiva: políticas que promuevan diversidad e inclusión refuerzan la resiliencia de los ecosistemas innovadores.
Invertir en capital humano relevante y promover la colaboración público-privada son estrategias fundamentales para capitalizar estos motores.
Sectores estratégicos y adaptación
Algunos sectores mostrarán mayor dinamismo y demanda de adaptación:
- Energías renovables y eficiencia energética: respuesta a la crisis climática y oportunidad de inversión masiva.
- Tecnología e inteligencia artificial: desde la automatización hasta la biotecnología, transforman cadenas de valor.
- Educación digital: plataformas online y modelos híbridos para desarrollar habilidades del futuro.
- Salud y biotecnología: inversiones en investigación y desarrollo para prevenir y mitigar crisis sanitarias.
La resiliencia del capital empresarial depende de flexibilidad y agilidad operativa, adaptando modelos de negocio a cambios repentinos.
Tabla de previsiones clave (2025-2026)
Estrategias para navegar la incertidumbre y aprovechar oportunidades
Para surfear la próxima gran ola económica, las organizaciones y los gobiernos deben cultivar ciertas capacidades:
- Monitoreo constante: analizar datos en tiempo real y anticipar cambios de tendencia.
- Diversificación de políticas: equilibrar estímulos fiscales con medidas de control de inflación.
- Formación continua: actualizar habilidades para maximizar la empleabilidad.
- Colaboración global: cooperar en investigación, salud y cambio climático para mitigar riesgos transnacionales.
- Innovación abierta: impulsar ecosistemas en los que start-ups, universidades y corporaciones colaboren.
La adaptación estratégica y la flexibilidad son los pilares para no solo sobrevivir, sino protagonizar la siguiente década de crecimiento.
Conclusión
El arte de anticipar la próxima gran ola económica combina la rigurosidad de los datos con la visión prospectiva. Observar señales débiles, entender los megatrends y estructurar estrategias ágiles permitirá enfrentar riesgos y capturar oportunidades.
Quienes logren integrar tecnología, sostenibilidad y capital humano estarán mejor posicionados para liderar en un entorno global más complejo pero lleno de posibilidades. La gran ola se acerca: prepara tu tabla y mantén el equilibrio.